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Heroicos oficiales y soldados de las fuerzas terrestre, naval y aérea y de cohetes
estratégicos del Ejército Popular de Corea y del Ejército de Seguridad Interior del Pueblo de
Corea,
Miembros de la Guardia Roja Obrero-Campesina y de la Guardia Roja Juvenil,
Trabajadores de todo el país y ciudadanos de Pyongyang,
Compatriotas en Corea del Sur y en el extranjero,
Compañeros y amigos:
Con el gran orgullo y dignidad nacionales, celebramos hoy solemnemente la parada militar en
saludo al centenario del nacimiento del gran Líder, camarada
Este evento, sin precedentes en la historia de nuestras fuerzas armadas, deviene un gran
festival de los triunfadores, fruto de la propia iniciativa del gran camarada
Aprovecho esta significativa ocasión para rendir, en reflejo del sentimiento de infinita
veneración de todos los militares y civiles, el más sublime honor y la máxima gloria a
Un homenaje a los mártires de la revolución antijaponesa y del Ejército
Popular quienes dieron su valiosa vida para la independencia y libertad de la patria y la emancipación del
pueblo.
Calurosas felicitaciones a todos los oficiales y soldados del Ejército Popular y del
Ejército de Seguridad Interior del Pueblo, miembros de la Guardia Roja Obrero-Campesina y de la Guardia
Roja Juvenil y a todo el pueblo quienes, al hacer gala de su heroísmo sin par en los distintos puestos
militares de defensa y de su entrega total a la empresa de la construcción de un Estado poderoso y
próspero, engalanaron las significativas fiestas de este año con resonantes éxitos en el
fortalecimiento de la combatividad y el gran auge revolucionario.
Saludos cordiales a los compatriotas en Corea del Sur y en el extranjero que se entregan en
cuerpo y alma a la causa patriótica por la reunificación y la prosperidad de la nación.
Gracias a amigos extranjeros que apoyan activamente la justa causa de nuestro pueblo.
Compañeros:
Los cien años de la historia de la gran nación de
Hacía un siglo nuestra desgraciada y débil nación colonizada, a pesar de
que se enorgullecía de su larga historia de cinco milenios y brillante cultura, tuvo que aceptar como
destino inevitable servirles a las potencias y llevar una vida sin patria, todo a falta de una acertada
orientación y una fuerza para defenderse a sí mismo.
Empero, en los últimos cien años, la nación de
Aunque ocupa la misma posición geopolítica que antes, el otrora país
débil, pisoteado despiadadamente por las potencias que se competían para ocuparlo, se ha convertido
hoy en una digna potencia político-militar y el pueblo coreano hace gala de su honor como nación
soberana a la que nadie se atreve a agredir.
Este prodigio en el destino de la nación no puede ser de ninguna manera una casualidad
que nos regala el tiempo, sino algo que tiene que ocurrir inevitablemente en la historia, pues fue engendrado por
Por contar con estas ilustres figuras de la historia de la humanidad que, al plantearse la
prioridad de las armas como tarea primordial de la revolución, construyeron el ejército
revolucionario más poderoso del mundo, nuestra patria y pueblo experimentaron un viraje radical de su
destino y hoy celebramos por todo lo alto este gran festival consagrado a hacer gala ante el mundo del
poderío de la Corea de Songun.
Con este acontecimiento, la nación pudo tener por primera vez un auténtico
ejército y dar inicio a una gloriosa historia en la que la revolución coreana avanza con el respaldo
de las armas.
En los tiempos más duros de la revolución, recurrió a la infalible
política de Songun para transformar al Ejército en potentísimas fuerzas de combate, conducir
hacia sucesivas victorias la inaudita lucha de defensa del socialismo y realizar la grandiosa e histórica
hazaña de elevar la posición del país a la de una potencia militar.
Bajo el mando de
En su glorioso trayecto de lucha, han llevado a cabo tanto los cruciales enfrentamientos contra
los poderosos imperialistas como las colosales obras de construcción encaminadas a asentar el perpetuo
cimiento de la patria próspera y poderosa.
En ese curso fueron ilimitadamente fieles a su primerísima misión como
auténtico ejército del Líder y del Partido, así como respondieron de modo excelente a
la expectativa de la patria y el pueblo.
Defender al líder a toda costa, sublime espíritu que habían mostrado los
guerrilleros antijaponeses, sigue siendo el lema absoluto de nuestro ejército, la fuente básica de
su fuerza espiritual y combativa y una inapreciable tradición que se hereda de generación en
generación.
La mayor de todas las hazañas acumuladas para la revolución por el
Ejército Popular fue el haber sido el primero en salvaguardar resueltamente la estirpe de la
revolución jucheana, enarbolando antes que nadie la bandera de la defensa a muerte del líder, tanto
en los momentos gloriosos como en los penosos.
La historia de nuestro ejército, que comenzó con dos pistolas pero que finalmente
ha llegado a poseer una fuerza insuperable que hace temblar de pánico a los agresores imperialistas, es
algo inédito que ningún otro ejército del mundo ha conocido jamás.
Durante un largo período que va de su fundación a la actualidad, el
Ejército Popular libró tanto la lucha guerrillera como la guerra regular y la confrontación
sin tiroteos. En este proceso ha adquirido sus propios y omnipotentes métodos de combate y experiencias que
le aseguran sucesivas victorias, y se ha convertido en tropas de inagotable fuerza, dotadas de medios de ataque y
defensa a nuestro estilo que le permiten desenvolverse con habilidad en cualquier guerra moderna.
La superioridad militar y técnica ha dejado ya de ser una propiedad exclusiva del
imperialismo. De la misma forma, la época en que el enemigo nos chantajeaba con su bomba atómica ha
pasado para siempre. Lo corroborará claramente la solemne demostración de la fuerza que
tendrá lugar hoy.
Desde que inscribiera en su nombre la palabra "popular", nuestro ejército ha dejado
huellas indelebles no sólo como defensor de la patria sino además como benefactor del pueblo
mediante su participación en la edificación de un Estado próspero y poderoso.
La inestimable sangre y sudor que derramaron sus oficiales y soldados están impregnados
en obras monumentales erigidas en distintas partes del país, así como en numerosos bienes
socialistas que contribuyen a mejorar la vida poblacional.
Estas fuerzas revolucionarias con el temple del monte Paektu, que se enorgullecen de ser un
ejército del líder, del Partido y del pueblo y que ostentan su indestructibilidad, constituyen
precisamente la mayor herencia que los Generalísimos
Si el heroico Ejército Popular de Corea no adornara su historia con sucesivos triunfos,
serían inconcebibles los gloriosos cien años de la Corea de Juche y el firme aval de miles y miles
de años de la nación de
La sagrada crónica revolucionaria y las imperecederas proezas de
Compañeros:
En este momento estamos en una línea divisoria de la historia que da comienzo a la nueva
centuria de la era Juche. Un momento de gran responsabilidad e importante cuando nosotros, que hemos aprendido de
La IV Conferencia del Partido y la V Sesión de la XII Legislatura de la Asamblea Popular
Suprema de la RPDC, reuniones históricas efectuadas hace unos días, enaltecieron a
Marchar sin ningún desvío por el camino de la independencia, de Songun y del
socialismo, allanado por
La primera tarea encaminada a dignificar eternamente a la Corea de Songun y realizar
exitosamente la obra de construcción de un Estado socialista poderoso y próspero, es fortalecer por
todos los medios al Ejército Popular.
Este seguirá siendo la fidedigna avanzada y el inconmovible punto de apoyo de la
revolución de Songun, que abre el camino cubierto de nieve bajo la dirección del Partido, y ofrece
garantía militar a su causa.
Todo cambia con el paso del tiempo y la sucesión de las generaciones, pero jamás
cambiará el carácter revolucionario del Ejército Popular, fiel reproducción de nuestro
Líder y General, ni el método combativo de esa poderosa fuerza imbuida del espíritu del
Paektu, que enarbola delante de todos sus estandartes la bandera roja del Partido del Trabajo.
Le corresponde seguir promoviendo el Movimiento por el Título del Séptimo
Regimiento de O Jung Hup, en correspondencia a las exigencias de la realidad en desarrollo, para así
identificar a todos sus integrantes con la determinación de los guerrilleros antijaponeses de convertirse
en balas y bombas para defender al líder.
Le incumbe materializar cabalmente en sus labores militar-políticas las originales ideas
y líneas militares de nuestro Partido y afianzar el sistema revolucionario de mando militar, al punto de
convertirse en un cuerpo ideológicamente puro y orgánicamente íntegro que comparte el mismo
pensamiento, respira el mismo aire y da los mismos pasos que el Partido.
Le atañe desencadenar la fiebre del entrenamiento con el método creado en el
Paektu, que fogueará a todos los oficiales y soldados como verdaderos combatientes versados en las
infalibles estrategias y tácticas y los audaces métodos de ataque de
El auténtico poderío de nuestro Ejército Popular se logra cuando todos sus
integrantes se aglomeran como compañeros de armas en torno al Partido y cuando los militares y civiles
logran una armonía total, y he aquí la llave de su combatividad.
Bajo la consigna "¡Que todos los militares seamos verdaderos compañeros de
armas!", el Ejército Popular continuará fomentando los bellos rasgos tradicionales de la unidad
entre oficiales y soldados y predispondrá a los combatientes para que den la sangre y ofrendan la vida en
aras de sus compañeros en el camino de la revolución de Songun.
Oficiales y soldados son igualmente inapreciables compañeros de armas del Comandante
Supremo. Confiamos, más que en cañones, cohetes u otros modernos armamentos, en nuestros queridos
soldados, y para ellos existimos los oficiales y el Comandante Supremo.
Todos los oficiales tienen el deber de cuidar atentamente a los soldados, teniéndolos
por sus propios hermanos y compañeros, y acostumbrarse a trajinar y trajinar por el bien de ellos, aunque
se les desgaste la suela de los calzados.
La unidad militar-civil es la raíz que nutre a nuestra sociedad y lo más
importante de la revolución de Songun.
Es necesario que el Ejército Popular continúe desempeñando su papel de
promotor y vanguardia en la tarea de consolidar monolíticamente la referida gran unidad, heredando la
tradición de la guerrilla antijaponesa.
Mantendrá en alto la consigna "¡Ayudar al pueblo!", lanzada por
Cumplirá con su misión como ejército del pueblo, al realizar muchas
labores útiles para él, con la misma disposición con que ayuda a sus propios padres y
hermanos y los quehaceres de su propio hogar.
Nuestro Partido está firmemente decidido a lograr que nuestro pueblo, el mejor del mundo
que ha seguido con lealtad al Partido sobreponiéndose a todas las pruebas, no se apriete más el
cinturón y disfrute plenamente de una vida opulenta en este régimen socialista.
Nos toca cultivar con esmero las preciosas semillas sembradas por
Un Estado socialista poderoso y próspero es la suma de la unidad monolítica, el
invencible poderío militar y la revolución industrial de la nueva centuria.
Es preciso reavivar más las llamaradas de dicha revolución y de Hamnam, y
así entraremos en plena fase de la construcción de la potencia económica.
A los oficiales y soldados del Ejército Popular les corresponde seguir exhibiendo su
potencial, como poderoso destacamento armado revolucionario que realiza lo imposible, en las principales obras
para construir la potencia económica y elevar el nivel de la vida del pueblo, abriendo así la brecha
en la marcha hacia el gran auge.
Aprendiendo del estilo de lucha y la creatividad del Ejército Popular, que concluye de
un aliento cualquier tarea que se propone, todos los funcionarios, miembros del Partido y demás
trabajadores han de levantar en todos los frentes de la construcción socialista una tempestad de grandes
saltos e innovaciones que acortan años y décadas.
Para nuestro Partido y Gobierno que se plantean el objetivo final de levantar un Estado
poderoso y elevar el estándar de la vida de los habitantes, la paz tiene un valor inestimable. Pero
más valiosas resultan la dignidad y la soberanía de la nación.
A fin de defenderlas firmemente y preservar la verdadera paz y seguridad del país, todos
los oficiales y soldados del Ejército deberán mantener el estado de alerta para cualquier
eventualidad, sin olvidar jamás su deber revolucionario, y garantizar militarmente la empresa de nuestro
Partido para la construcción de un Estado potente.
Resulta realmente doloroso que la homogénea nación coreana, que vivió en
un mismo territorio por muchos años, siga sufriendo durante casi siete décadas la desgracia de la
división.
Nuestro Partido y Gobierno le darán la mano a todo el que desea de corazón la
reunificación, paz y prosperidad de la nación y se esforzarán con responsabilidad y paciencia
para lograr la causa histórica de la reintegración.
Compañeros:
Justa es nuestra causa e inagotable la fuerza de la Corea unida sobre la base de la verdad.
Mientras que
En este sagrado trayecto de la revolución de Songun, seré para ustedes un
compañero de armas que comparte la vida y el riesgo de la muerte y cumpliré con la responsabilidad
que asumo ante la Patria y la revolución, en acato al legado de
¡Luchemos todos enérgicamente y con una misma idea y voluntad, como dignos
descendientes del gran Líder y dignos soldados y discípulos del gran Dirigente!
Al frente de nuestro destacamento revolucionario, símbolo de victorias y glorias,
flamearán siempre las banderas con las imágenes radiantes como el sol de los camaradas
¡Adelante hacia la victoria final!